Es el traslado de una porción de tejido, vivo o no, desde su lugar de origen (zona donante) a otra parte del cuerpo (zona receptora) con el fin de efectuar su rehabilitación.

Injerto de Encía: es el recubrimiento radicular en recesiones gingivales, es decir, volver a cubrir la raíz del diente tras haber quedado al descubierto. La recesión periodontal es el resultado del desplazamiento de la encía hacia la raíz del diente, dejándola expuesta y afectando la estética, la sensibilidad y aumentando el riesgo de la caries.

Injerto de Hueso: Se trata de un método quirúrgico que permite al paciente el aumento tanto de anchura como altura donde no tiene suficiente hueso para colocar implantes dentales.

Los injertos pueden ser:

Autoinjertos: del propio paciente (Ej. de una zona del esqueleto a mandíbula o maxilar).

Homoinjertos: el donante es un ser de la misma especie pero genéticamente distinto (Ej. de un banco de hueso).

Heteroinjertos: procedente de otra especie (Ej. hueso bovino).

Con el autoinjerto aprovechamos las células y factores de crecimiento del propio paciente, lo que proporciona los mejores resultados y evita el rechazo inmunológico. Como complemento a cualquiera de los injertos, podemos utilizar la técnica de Regeneración Ósea Guiada (Membrana).

Esta no es un sustituto del hueso en sí, su misión es la de establecer una barrera física sobre el defecto del hueso que se ha rellenado y así evitar que cualquier otro tejido que no sea el hueso se forme en lugar.